Tras el golpe militar del 18 de Julio de 1936, Cádiz y prácticamente toda la Provincia quedaron bajo el control de los sublevados. De manera casi inmediata las nuevas autoridades franquistas iniciaron un proceso de represión de la retaguardia y, en paralelo, una depuración de todos los sectores ciudadanos. El Magisterio sufrió con más rigor, si cabe, esta inexorable depuración durante los años del conflicto bélico y también en la posguerra. El bando sublevado lo consideraba responsable de haber inoculado el virus republicano en la sociedad y en las mentes juveniles. Al fin y al cabo la II República había mejorado las condiciones de los maestros, se habían aplicado metodologías innovadoras y el número de escuelas había aumentado espectacularmente en España. En cada provincia se creó una Comisión Depuradora que analizó la información aportada por Alcaldes, párrocos, padres de familia, etc. formuló cargos y propuso al Ministerio de Educación Nacional las sanciones a aplicar. Tomando como base la documentación de la propia Comisión Depuradora de Cádiz, este trabajo profundiza el proceso depurador de las maestras y maestros destinados en la provincia de Cádiz desde 1936 a 1945 y trata de poner de relieve la dureza y el carácter ideológico y religioso del filtro que impuso el régimen franquista. De todo ello trasciende una narración dramática en un escenario de miedo, vergüenza, humillación y en el que sale a flote lo más ruin de la condición humana: la venganza, la delación, el resentimiento, el odio y la traición.