¿Puede convertirse un diccionario, con su estricto orden alfabético, en ficción, en un libro de cuentos? José María Pérez Zúñiga despliega a lo largo de 149 términos, de "Adivinanza" a "Zulo", una estrategia narrativa abierta, que teje a su vez todo un brillante mosaico de piezas breves. Los géneros se mezclan, se entrelazan, difuminan sus límites en lo formal y en el fondo, descubriéndonos que ficción y no ficción, voz narrativa y voz personal remiten a un único texto. Como su título, que procede de un aforismo de Georg Christoph Lichtenberg, Zúñiga reúne en un solo texto lo viejo y lo nuevo con un resultado innovador. Escritorio: El hombre está sentado ante la mesa, leyendo concienzudamente. A veces demora su lectura, toma algunas notas, fragua un propósito; pero siempre hay algo que lo detiene. Piensa en un argumento rocambolesco, en una intriga que atrape al potencial lector, pero decide que es mejor intentar atrapar el instante. Entonces inicia un diario en el que va apuntando pequeñas certezas. [...] Los textos son cuentos, aforismos, algún ensayo y tentativa, alguna tentación. Le parecen llamas. Y sigue escribiendo. Y se transforma. Hasta que se consume en una llamarada.