El libro pretende ser cercano a las personas que padecen la Enfermedad de Arteriopatía Periférica dado que quien la sufre le limita sus actividades cotidianas y le reduce la calidad de vida. Los pacientes con esta enfermedad tienen un riesgo similar que los pacientes con enfermedad cardiovascular, por lo que estos pacientes por su muy alto riesgo deben ser tratados según las guías de prevención secundaria para la enfermedad cardiovascular, a la vez que su diagnóstico precoz, cuando el paciente aún está asintomático, ya que se permite iniciar el tratamiento de forma precoz y mejorar su pronóstico. Para reducir los síntomas relacionados con la claudicación intermitente se pueden establecer cambios en el estilo de vida, como el abandono del hábito tabáquico, un buen programa de ejercicio supervisado, una dieta equilibrada y la reducción de peso, todos ellos mejorarán la capacidad funcional de los pacientes, así como su calidad de vida. Dentro de la terapia farmacológica para tratar la claudicación, el fármaco que demuestra tener efectos favorables es el CILOSTAZOL, aumentando la distancia máxima recorrida en los pacientes y mejorando su sintomatología del dolor al caminar. De todas la técnicas vistas para la detección de esta enfermedad, la más eficaz sería la medida del Índice tobillo-brazo (ITB), ya que es un procedimiento no invasivo, sencillo, barato, preciso y reproducible que no requiere personal especializado. La presencia de isquemia crítica (dolor en reposo o lesiones tróficas) implica la necesidad de tratamiento de revascularización precoz, por el elevado riesgo de pérdida de la extremidad. El pronóstico del procedimiento realizado es mejor cuanto más proximal sea el sector arterial afectado. El tratamiento endovascular se reserva habitualmente para las lesiones más segmentarias y tiene peor resultado en las oclusiones arteriales. En lesiones más extensas, la cirugía convencional suele ser la mejor alternativa.