Después de décadas de peregrinación filosófica, la coherencia en la búsqueda de la verdad solamente puede haber quedado definida por la realidad misma, que en la multiplicidad de realidades se nos da como una, y por una mirada que se sabe pequeña ante el misterio del ser, pero no encogida o acobardada, sino con la fortaleza de la humildad, pues, aunque el ser nos desborda, asombrosa e indefectiblemente estamos ante él. Una mirada al ser ---en espera de nuevas y trepidantes aventuras, si es que alcanzan a llegar--- es una puerta de entrada a lo que aparece de manera plena en el horizonte de un esfuerzo de pensamiento y de escritura que, a su modo, termina ahora con este escrito: una metafísica del ser. Al final del camino, el filósofo ha resultado circunvalado por una metafísica del ser. Ella es ahora lo que lo rodea, lo que envuelve y ciñe su pensar. Aunque podría también decirse que toda su obra ha sido circunvalación que mira a ese centro, dirigiéndose hacia él atingido por suave suasión. Y ese centro es el misterio del ser.