La presente monografía, inmersa en la línea de los trabajos especializados en la pintura española de fines del siglo XIX y primera mitad del siguiente, aborda el estudio de la personalidad humana y artística de Félix Lacárcel Aparici, valenciano, formado junto a Sorolla en su tierra natal, de la que salió hacia Madrid para ampliar su formación artística y que en su madurez profesional marchó a Andalucía a ejercer al propio tiempo como Profesor de Bellas Artes. Su producción, gestada en el ambiente aún académico de fines del Ochocientos, que propiciaba el purismo estético enseñado en las Escuelas de Bellas Artes, dependientes entonces de las correspondientes Academias, evolucionó, no obstante, hacia una estética más renovadora fomentada por el Novecentismo y las teorías Neo y Post-Impresionistas. Mas, al propio tiempo, su pintura representa el espíritu del Regionalismo, que nacido bajo el sello de la Generación del 98 buscaba la idiosincrasia de la tierra a través de una iconografía popular que identificaba el paisaje local, los tipos, figuras y costumbres con la esencia regional perfilada en torno al casticismo literario de "la vuelta al pueblo" unamuniana. Con esta filosofía artística, la temática de su obra, ecléctica y equilibrada, se basa especialmente en el paisaje, que observa amorosa y serenamente con ojos ávidos de captar su esencia luminosa en una espléndida trilogía que viene a ser la síntesis de España: lo cántabro y galaico, lo levantino-mediterráneo y lo meridional andaluz. También Lacárcel cultivó el retrato y la figura, aunque con menor fecundidad que no dominio, haciendo lo propio con la pintura social, tal vez por la moda del momento y su comprometida cita con las exposiciones de carácter nacional.