Los cuadernos de órgano normalmente recogen piezas bailables de moda o danzas paralitúrgicas para las libertades de vísperas de Navidad, pero este paquete de material es lo que hoy llamaríamos folclórico o tradicional. Gran cantidad de canciones, algunas fácilmente identificables con letras recogidas posteriormente, coplas, corrandas y camalleras... Todo este material, juntamente con las canciones antifrancesas de la época, las piezas vocales paralitúrgicas como el magnífico Germans amatíssims (Hermanos amatísimos) la letra del cual recuerda cantos sibílicos- o el genial nadala (villancico) que cierra la recopilación, da una imagen sonora de la Breda de principios del XIX. Son las músicas que se cantaban normalmente: una fotografía de la canción de aquel tiempo. Por otro lado, las pasades para caramillo o cornamusa, los contrapases, las sardanas y los bailes planos, la marcha de los estraferms, el baile de gigantes o los bailes de barberos y hortelanos, nos dicen qué instrumentos sonaban fuera de la iglesia, como lo hacían y con qué función.