Se anubla el cielo: en la oscuridad estremecida y tormentosa de eclipse, la Historia juega su ajedrez de sombras. Lúcida y firme, la mirada de Octavio Paz se enfrenta críticamente, con tensión moral inclaudicable, a este mundo. Como en Tácito, la moral del estilo es aquí inseparable de la dramática moral de la Historia. Una primera parte, que da título al libro, examina -los cambios de la opinión y del ánimo de las naciones del Viejo Mundo; las crisis de la democracia imperial de los Estados Unidos y su contrapartida, la del sistema de denominación burocrática de Rusia; la revuelta de los particularismos, sobre todo en los países de la periferia; la modernización, sus peligros y sus dificultades-. Un diálogo aleccionador y conflictivo, a modo de ejemplo o alegoría moral, cierra esta parte. En la segunda, tres grandes bloques textuales, -México y Estados Unidos: posiciones y contraposiciones-, -América Latina y la democracia- y -Crónica de la libertad-, reveladoramente agrupados bajo el rótulo de -Los días que corren-, centran en nuestra específica área social y cultural el valeroso debate ético del autor, tanto ante -la expansión y multiplicación de las ortodoxias ideológicas, cada una con pretensiones de universalidad-, como ante -la Ilaga de nuestras sociedades: el terror del Estado y su contrapartida, el de las bandas de fanáticos-.