A través de unos personajes, se presenta la equiparación entre el bien y el mal, dentro de una teórica reencarnación que sólo busca ""Que no se pierda ni uno solo de los que me has dado"" (Jn 6-39). Unas almas que vagan en la oscuridad, perdidas en las tinieblas del vacío: A una con toda la ruindad acumulada, le brinda una segunda oportunidad de completar su buen Karma, condicionada a ciertos aspectos, ya que no se puede arriesgar a que no cumpla su misión, y al juzgarlos se consumara lo que anuncia el Apocalipsis: ""...Y los muertos fueron juzgados según sus obras. Muerte y abismo arrojados después al estanque de fuego; he aquí la segunda muerte"". La otra, que siempre ha procurado hacer el bien, sólo pequeñas debilidades humanas han ensombrecido su ejemplar comportamiento, recibe su premio. Y una tercera, que aparece más tarde y viene a sorprender a todos, que acepta disciplinadamente cuanto le asignan. Aprovechando las respectivas exposiciones de los protagonistas, de sus vivencias en la tierra, para narrar pasajes de la vida de la post-guerra civil; situaciones que cuantos las han vivido recordarán.