La comunicación no verbal es un tema intrínsecamente interesante que me llamó la atención hace más de cuarenta y cinco años cuando iba a la universidad, y aún lo sigo estudiando. Quizá es que soy muy lento aprendiendo, pero creo que hay algo más que explica mi persistencia. La influencia omnipresente de la comunicación no verbal es evidente no solo en las interacciones cara a cara sino también en una amplia variedad de medios de comunicación como la televisión e Internet. Sin embargo, el hecho de que este tipo de comunicación se produzca de forma automática y sin ser conscientes, hace que tengamos poco conocimiento de cómo enviamos y recibimos los mensajes no verbales. La mayor parte de la literatura no especializada y de los manuales sobre comunicación no verbal se organizan siguiendo un enfoque basado en los canales, eso quiere decir que cada capítulo trata una conducta de forma aislada (la conducta espacial, las expresiones faciales, la conducta visual, el contacto corporal y así sucesivamente). Esta aproximación, a pesar de ser una forma práctica de organizar el material, no se corresponde con el funcionamiento del sistema no verbal, donde todos los componentes funcionan más bien de forma coordinada e integrada y donde el efecto global es mayor que la suma de las partes. En vez de una aproximación basada en los canales, este libro emplea un enfoque funcional que integra todos los elementos de la comunicación no verbal en un sistema que está al servicio de diversas funciones sociales. En otras palabras, la comunicación no verbal se entiende mejor como un sistema coordinado que favorece el logro de objetivos interpersonales y adaptativos.