Durante los últimos cuatro siglos, la cultura occidental ha invadido lentamente a las otras culturas del planeta elevando la ciencia y la tecnología al rango de criterios últimos de verdad. Sin embargo, ningún conocimiento particular es independiente de una visión más explícita de la totalidad y el conocimiento de este ""todo"" no se obtiene por la suma de los conocimientos particulares. La única manera de adquirirlo es abriendo los tres cierres de la puerta de la sabiduría: con los sentidos se ""toca"" un aspecto de la realidad, con la razón se "descubre" lo que nos rodea y con la fe se es "consciente" de que hay algo más. Sólo integrando estas tres dimensiones es posible conocer la relación ininterrumpida de armonía entre el hombre, el mundo y el infinito. Pero la puerta del conocimiento es estrecha y requiere de una pureza de corazón que no es fácil de lograr: es la experiencia plena de la vida, la experiencia mística, que es un don ofrecido a todos.