La palabra hebrea debir significa «lo que está detrás». Etimológicamente, sería «el cuarto trasero de una casa», y se utilizaba en el lenguaje doméstico. Cuando se construyó el Templo de Jerusalén, pasó a designar la sala principal, el Santo de los Santos, donde se custodiaba el Arca de la Alianza. Esta doble connotación de debir -por una parte, aquello que está velado y, por otra, el lugar sagrado donde se manifiesta la Presencia divina- evoca el interior humano por su dimensión inconsciente y misteriosa, y también por ser santuario y morada de Dios. De este modo, el Debir del Templo es la metáfora del debir del interior del ser humano. A través de diversos relatos bíblicos, JOSEP OTÓN describe con un lenguaje sencillo algunas de las características de la experiencia de Dios, tanto en su dimensión personal como comunitaria. JOSEP OTÓN CATALÁN está trabajando, desde diferentes campos, en la redefinición de la experiencia cristiana para la nueva realidad cultural que se está configurando actualmente. Ha colaborado en diversas publicaciones y es autor de ""El inconsciente, ¿morada de Dios?"" y Vigías del abismo. Experiencia mística y pensamiento contemporáneo"", editados en esta misma colección.