Podría parecer a simple vista que «ficción» y «realidad» son dosesferas que se diferencian nítidamente la una de la otra, pero locierto es que muchas más veces de las que sospechamos actúan como cara y contracara de una misma moneda llegando incluso a (con)fundirse enmúltiples ocasiones.En «El arte de inventar la realidad», la historiadora del arte ycrítica de cine Áurea Ortiz Villeta sondea, a través de abundantesejemplos de películas y series, incluyendo documentales, el modo enque esta (con)fusión opera, dando lugar a equívocos que, ya seanintencionados o no, bien pudieran suponer un reto a la hora dedelimitar qué es la verdad y qué no lo es. ¿Puede una imagen inventada llegar a sustituir lo real ¿Puede una representación convertirse enalgo más real que lo real Pensemos en un ejemplo icónico: el atentadocontra Carrero Blanco. ¿Qué imagen acude a nuestra mente casi alinstante al pensar en ello [] En efecto: una escena perteneciente a la película Operación ogro, del director italiano Gillo Pontecorvo. Unaficción que sin embargo ha quedado fijada en el imaginario colectivocomo representación paradigmática de un suceso.Este breve ensayo rastrea las zonas de sombra en las que lo ficticio y lo real se entremezclan, en un itinerario orientado a arrojar luzsobre una pregunta de fondo: si cada vez nos cuesta más diferenciarlas imágenes ciertas de las ficticias, ¿cuáles son los retos a los que nos enfrentamos como sociedad