Este libro es un libro de emigración: la emigración almeriense de la oscura época franquista. Porque aunque se presente como las memorias personales de Tomás Ortega, un emigrante determinado, sus circunstancias y vivencias las elevan al grado de históricas y alcanzan la connotación de colectivas. Por eso, Mi cara limpia es mucho más que las Memorias de un emigrante de Huércal-Overa: su materia prima son las vivencias comunes a millones de españoles nacidos a finales del primer tercio del siglo XX, niños de la guerra, que se vieron pronto forzados a emigrar, primero dentro de España (Madrid, Cataluña?), y algunos, después, al extranjero (la Europa de la reconstrucción posbélica). De ahí que este libro sea también un libro de historia, de historia social, que refleja el batallar durante varias décadas de posguerra del siglo XX de millones de españoles por salir de la miseria de la vida en el campo, con todas las penurias y vergüenzas que conlleva la pobreza, incluyendo abusos y explotación. Reproducen, asimismo, estas páginas la necesidad de la emigración a tierras más agraciadas, o a sistemas mejor organizados. Esta síntesis colectiva se entremezcla de principio a fin en el libro con el empeño individual de un hombre obstinado con dos ideas: la honestidad moral y la prosperidad material. Así pues, Mi cara limpia es, en definitiva, la historia de una superación común y el relato de un triunfo personal.