¿Quién descansa en el sepulcro compostelano? La tradición nos dice que es el apóstol Santiago, pero no han faltado autores que, desestimando tal conclusión, han alzado sus voces con otro nombre: Prisciliano, el malogrado obispo de Ávila, condenado a la pena capital en la ciudad alemana de Tréveris en 385. Ahora bien, la identificación de éste con aquél no es sino una más de las muchas facetas que, a lo largo de estos dieciséis siglos, se han ido adhiriendo a la singular figura del obispo abulense. Prisciliano como possesor hispano, obispo, santo, hereje, gnóstico, maniqueo, brujo, reo, mártir, escritor, asceta, monje, líder social, gallego, celta, precursor de la Reforma y, por supuesto... Santiago son algunas de las líneas de trabajo que han seguido los estudios priscilianistas a lo largo de su historia. Todo ello ha descubierto un personaje controvertido del que no se ha logrado desentrañar su esencia, quizás porque el misterio y las brumas de la Galicia tardoantigua y altomedieval que lo custodiaban le transmitieron un nebuloso y desdibujado aspecto que ni siquiera el hallazgo de su obra escrita consiguió disipar. En este trabajo se presenta en cuatro capítulos una panorámica general de la evolución historiográfica del tema priscilianista, desde las obras de quienes convivieron con este movimiento religioso hasta las últimas aportaciones de la actual investigación.