Cuantas personas hay que tienen en mente algún proyecto que les gustaría realizar o unos sentimientos guardados en su interior que les gustaría expresar pero que en la mayoría de las veces, sea por timidez o falta de tiempo, los van demorando para cuando se presente una mejor ocasión. El problema es que, esa ocasión, suele envejecer en alguna sala de espera del pensamiento y parece ser que, casi nunca, encuentran ese momento oportuno. Después, abandonan el propósito dejándose llevar por una vida relativamente cómoda y rutinaria pero sin apenas alicientes. Mientras tanto, los días y los años van pasando. Tal vez ignoren que, el desarrollo de esos ideales ocultos, son los que realmente pueden hacerles felices. Algunos tienen que sufrir en la vida algún revés, más o menos grave, para darse cuenta del tiempo perdido. Después de lamentarlo es cuando reaccionan. Así es como se desenvuelve el protagonista de esta historia.