El autor ha escrito sus memorias de 70 años atrás, recreando un mundo muy distinto del actual. Sus padres, venidos de Andalucía, como tantos inmigrantes humildes de las más variadas procedencias, radicados en Mendoza con familias numerosas, deben sobrevivir a diversas contingencias, como dificultades económicas, peligros y calamidades de la naturaleza. A un terremoto destructor, varias inundaciones, heladas, granizo, langostas, se unen la consecuente pobreza, la impiedad de los usureros, y la violencia política y social imperante en una época de vacas gordas para una minoría insensible. Todos esos males eran sufridos por los padres y los seis hermanos mayores del autor. Para el niño, hasta sus once años de edad, tales adversidades eran atrayentes novedades que disfrutaba y atesoraba sin inconvenientes ni secuelas psíquicas. La vida entre familias de inmigrantes venidos de distintas regiones del mundo, integrándose a un medio de criollos de origen incaico y una realidad que mezclaba crudezas humanas con gestos nobles y solidarios. Se rememoran las coloridas imágenes de los conventillos, las "mujeres de la vida", el ambiente de café y boliches, como del comité político con sus duelos a cuchillo y feroces timbas incluidas riñas de gallo.