Occidente, o mejor, la cultura occidental, encontró su fundamento enla expansión europea gracias a la cultura cristiana, de manera que elconcepto de Occidente resulta inseparable de su sustrato cristiano.Sin embargo, el desprecio de sus raíces culturales se ha convertido en el primer motor de un proceso de decadencia de incierto final. Unadeconstrucción que marcha a enorme velocidad desde que Estados Unidosse erige como la potencia globalista que se impone en Occidente, todavez que la Unión Soviética, por su propia idiosincrasia, se destruyó a sí misma.El dominio estadounidense en el mundo, que se ha venido asentandoprogresivamente desde el siglo XX, ha traído nuevas formas culturalesy ajenas al cristianismo. Se trata de la supremacía hegemónica enforma de Nuevo Orden Mundial que se extiende por Occidente gracias alpoder financiero y tecnológico de carácter global.Pero no todo es Estados Unidos. China aguardaba su hora, sin ruido ysin pausa. En pocos años ha surgido como el oponente que nadieesperaba, al que se han sumado multitud de países no alineados.En este escenario, sin valores sustantivos que defender, ajenos a lacultura judeocristiana que la sostenía, el camino de la decadencia deOccidente es fácilmente perceptible, mostrando signos evidentes de ladebacle que Eduardo Olier muestra en este ensayo, donde la geoeconomía y la estrategia de las guerras provocadas y controladasestratégicamente harán el resto. En un futuro próximo, las cenizas del imperio occidental serán recogidas por sus oponentes y veremosresurgir al unísono la civilización islámica, la ortodoxa, la hindú y, por supuesto la oriental, representada indefectiblemente por China.