A raíz del estallido de la Primera Guerra Mundial el 1914, tuvo lugar una globalización de las aspiraciones de los nacionalismos sin Estado. El catalanismo también recogió muchos de los debates teóricos que entonces se desarrollaron a la escena internacional, reformulando sus aspiraciones de autogobierno y revitalizándolas, mirando hacia fuera e inspirándose en otros nacionalismos europeos. Durante los años de la Segunda República española, el movimiento de las minorías europeas aconteció una opción atractiva sólo para los grupos independentistas. Mientras tanto, por una parte, el catalanismo conservador privilegiaba la estrategia de intervenir a la política exterior del Estado republicano, y, por otra parte, empezaba a consolidarse un discurso, sobre todo al si de Izquierda Republicana, que adelantaba la idea de una «Europa de las naciones» por encima de los Estados constituidos.