Tal y como se planteaba en su anterior volumen titulado, "La figura femenina en el teatro de Edward Bond: las mujeres perdidas", Bond en su primera etapa representa a la figura femenina falta de valores y perdida en el sistema social. En la segunda etapa de su producción dramática propone una mujer radicalmente diferente. En obras como The Woman, Summer o Restoration, las mujeres se convierten en heroínas revolucionarias desde el momento en que asumen todas las responsabilidades políticas y sociales intentando cambiar las injusticias de la sociedad que encarnan los ideales de compromiso y humanidad preconizados por el autor. En esta segunda categorización de personajes distinguimos entre mujeres revolucionarias que cambian el curso de la historia, mujeres rebeldes que inician su camino a la liberación y madres de la guerra que oponen su solidaridad al brutalismo externo. Lejos de postulados feministas, el análisis de estos personajes nos descubre a un autor que confía en la figura femenina como exponente revolucionario de la transición hacia un cambio social. Bond da un tratamiento avanzada del género femenino igualándolo al hombre en responsabilidad sobre el curso de la historia, lo que supone una ruptura frente al drama tradicional burgués que utiliza al personaje femenino como simple accesorio del personaje masculino. Por las reivindicaciones de sus derechos y avances sociales, las mujeres se convierten a partir de finales de la década de los setenta del siglo pasado en el mejor ejemplo de denuncia contra los estereotipos sexuales, la injusticia y responsabilidad política. Más allá de problemas específicamente feministas, Bond considera a las mujeres como representantes de una nueva generación de activistas dispuestas a luchar por la defensa de sus derechos. La voz femenina de estas heroínas trasciende las cuestiones de género para convertirse en portavoces de problemas políticos.