El Mahabharata tiene viente, treinta, quizá cuarenta siglos de antigüedad. Nadie lo sabe. Es el poema más largo que existe en cualquier literatura del mundo. Y una de las piezas fundacionales de la cultura india, por no decir la más representativa, conocida y escenificada de todas. Para una comprensión de la civilización índica (y del Sudeste Asiático) es imprescindible familiarizarse con esta epopeya sánscrita. Constituye la fuente de sus principales mitologías, el referente de los modelos de virtud, tema principal de las artes escénicas, y su recitación aún cautiva a indios e inidas de todas clases y regiones. Pero, aunque este poema épico es un cofre de tesoros, dice R.K. Narayan que «mi preferencia personal es el argumento; es un relato estupendo». La narración principal, magistralmente sintetizada y vertida por R.K. Narayan, gira en torno a una familia real cuyos miembros están en guerra los unos contra los otros. En la trama hallamos heroismo, amor, derrame de sangre, intrigas de palacio, humor, dioses, ciudades celestiales y vívidos personajes sobrehumanos. Y eso no es todo; la narrativa, aunque épica, abarca también la filosofía, la mística y la cosmología hindúes. No en vano contiene la Bhagavad Gita, el magistral diálogo espiritual entre Krishna y el príncipe Arjuna, piedra de toque de la religión hindú. La moderna narración abreviada de este monumental drama cósmico efectuada por R.K. Narayan es, sin lugar a dudas, una de sus creaciones más finas y logradas. Narayan insufla nueva vida a la expectación, frescura y profundidad de la epopeya.