Esta obra no sólo es la exposición sistemática y documentada de las únicas Cortes celebradas en el Reino de Valencia durante el reinado de Felipe III, sino que también refleja un momento fluido de las relaciones del reino con la monarquía y la influencia del duque de Lerma como favorito real. Estos nuevos aires de acuerdo fueron aprovechados por el monarca para obtener una buena contribución económica y recompensar a la nobleza valenciana, sin comprometer sus intereses políticos encaminados hacia el autoritarismo. Asimismo, las Cortes de 1604 respondían a la necesidad del país de normalizar su vida pública y de canalizar, dentro del marco institucional, el diálogo con la monarquía, después de diecinueve años sin celebrarse Cortes y de sufrir una sistemática política antiforal por parte de los virreyes de Felipe II. En definitiva, en esta asamblea todos jugaron favorablemente sus cartas, excepto el pueblo, que quedó endeudado por muchos años.