""Deseo de ser piel roja"" recupera el título de un breve poema en prosa en el que Kafka nos propone una imagen de la fascinación. Miguel Morey, asumiendo una escritura a caballo entre la ficción autobiográfica (denominada aquí irónicamente «novela familiar») y el discurso reflexivo, interroga al enigma de la fascinación. Y lo interroga preservándolo como enigma, tratando de hacer significativas nuestras oscuridades y de cuestionar la presunta evidencia de nuestras significaciones y ello en un itinerario que abarca desde el indio Gerónimo y los dioses de la niñez hasta el asesinato de Puig Antich y los espectros del franquismo. Lejos de las solicitudes banales de la seducción o el desencanto, la fascinación señala ese peligroso momento de la pasividad creadora en el que la contemplación, la audición nos abren a un más allá del tiempo de toda memoria y nos emplazan ante esa distancia justa que es tanto la que se revela en el éxtasis artístico como la que inmoviliza a la presa frente al predador. ¿Qué pensar entonces de esta fuerza que tanto fue la que dio forma a los dioses griegos (Gorgona, Narciso, las Sirenas...) como la que acompañó a las masas en su camino hacia el fascismo? Deseo de ser piel roja nombra, como siempre hace el deseo, un imposible un deseo de lo que no existe. Pero, en el seno de este Auschwitz generalizado que es hoy el Nuevo Orden de nuestro presente, cuyos perfiles están ya emblemáticamente prefigurados por las reservas indias del Oeste Americano, este libro se pregunta si no serán la poesía y la moral acaso la sola salida y también esto: el presentimiento de que la única patria posible lleva por nombre Fuga. El propio autor y Pepe de Jiménez han efectuado una adaptación teatral de este ensayo, que se ha estrenado con gran éxito en muchas ciudades españolas.