En una reunion con amigos, Juan prometio que festejaria sus treinta
anos donde el globo terraqueo que descansaba sobre la mesa le
indicara: lo giro, puso el dedo y la suerte quiso que este lugar fuera la
Patagonia. Eran los felices veinte y todo parecia facil.
Con el tiempo y la edad, el sueno crecio hasta convertirse en un viaje
en solitario en una motocicleta, La Patagona, que lo llevo no solo por
lugares reconditos de Latinoamerica, sino al interior de si mismo, a lo
largo de treinta mil kilometros de miedos, esperanzas y animos de
descubrimiento.
La historia se habria quedado guardada en un baul para siempre, de no
haberse dado la afortunada casualidad de un accidente entre Juan y
Mia, que le daria no solo animos, sino motivos para remontar la aventura de la vida.
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