«La homilía puede ser realmente una intensa y feliz experiencia del Espíritu, un reconfortante encuentro con la Palabra, una fuente constante de renovación y de crecimiento». Así se expresa el papa Francisco en la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium (n. 135). Y destaca que «la preparación de la predicación es una tarea tan importante que conviene dedicarle un tiempo prolongado de estudio, oración, reflexión y creatividad pastoral» (n. 145), advirtiendo que el predicador de la Palabra de Dios ha de ser «un contemplativo de la Palabra y también un contemplativo del pueblo» (n. 154). Y que «en la homilía, la verdad va de la mano de la belleza y del bien» (n. 142). Es el propósito de este servicio pastoral: contribuir a una mejor comprensión del mensaje de la Palabra de Dios, para celebrar con provecho espiritual el «día del Señor». Ayudar a caminar a su Luz, permitiendo que sea ella la lámpara que ilumine nuestros pasos (Sal 119,105; Is 2,5) y configure nuestra vida.