La Segunda Guerra Mundial propició un despegue de la actividad exportadora española de materias primas hacia el III Reich, provocando un considerable desfase en la cuenta de "clearing" entre ambos países, que beneficiaba la economía de guerra germana. Para no continuar por la senda de la financiación gratuita, el ministro Jordana impulsó las negociaciones para llegar a la firma definitiva de un tratado comercial con Berlín, que reglamentara las operaciones bilaterales y pusiera coto al imparable crecimiento del descubierto exterior acumulado en los últimos años. Curiosamente, la solución al déficit comercial exterior germano vino de la mano de la venta de armamento, que cumpliría la doble función de paliar los desequilibrios comerciales del Tercer Reich con España y servir para cubrir la carencia de materiales militares de última generación de nuestra nación. Nacía así el "Programa Bär", el más ambicioso proyecto de adquisición de armamento de la primera mitad del siglo XX. Tras unas duras y complejas negociaciones se alcanzó un acuerdo que se firmaría en agosto de 1943. Mientras tanto, desde mayo, estaba llegando a España material bélico a través de las estaciones de Irún, Canfranc y Port Bou. Tras su descarga, sería organizado y remitido a todos los rincones de España y el Protectorado, potenciando así las unidades en el momento más crítico del conflicto mundial.