La enumeración me ha servido ùy me sirve todavíaù para concretar elmundo, para suscitar el trance y para alterar el ritmo. Lo que veo ùlo que sientoù, como lo que ven o sienten la mayoría de los hombres,suele ser una masa inarticulada de fenómenos o un flujo informe depalabras: una burbuja abstracta y cenagosa en lo que nada estádelimitado. La enumeración penetra en esa cápsula turbulenta como uncuchillo de muchos filos y separa lo que hasta ese momento estabaunido: desune para significar. El mundo ya no es una pasta, sino unmosaico: la realidad innominada recibe un nombre, o muchos nombres:tantos como elementos la componen. [à] Por inabarcable o inconcretoque sea lo que queramos decir, la enumeración lo vuelve decible:disgregándolo, lo reconstruye, parcelándolo, lo totaliza. Laenumeración es otro instrumento alumbrado por la inteligencia que nospermite llegar a donde nuestra sola naturaleza no nos permite hacerlo, como el microscopio, el telescopio o el periscopio.