Los genios son tales porque se les confronta con los mediocres. Los santos son tales cuando se les mide con los ordinarios mortales. Francisco de Asís fue cima y abismo, genio y santo. Por eso, entrar en ese personaje tan denso y excepcional es encontrarse con no poco desconcierto y con sorpresas fascinantes. La intención de estas páginas es la de exponer algunos aspectos humanos y religiosos de Francisco para confrontarlos con el propio lector, aunque a las circunstancias históricas entre aquel y este las separen ocho siglos. Es sabido que la condición humana cambia muy poco. Francisco causa enorme admiración, pero tiene la capacidad de estimular la imitación, aunque los logros en ese noble intento queden en la simple contemplación. Admirar es ya ponerse en camino hacia el paisaje contemplado. Confrontarse con Francisco es espejarse en esa utopía humana que a todos nos gustaría ser. Incluso el mediocre tiene sus momentos de arrebato hacia lo supremo.