La Constitución es el símbolo de la legitimidad moderna, porque en ella se asienta la legitimación del ejercicio del poder político. Desde siempre ha existido la preocupación por la justificación del poder, pero a partir del advenimiento del Estado moderno se inaugura una nueva forma de legitimidad: la legitimidad racional o legal, en la que auctoritas y potestas se encuentran unidas. El Derecho Constitucional, cuyo centro fundamental es la Constitución, se convierte en el quicio de todo el sistema jurídico y político, se erige como la fuerza configuradota de la vida jurídica y política. En nuestro mundo contemporáneo el Estado constitucional rige la mayoría de las comunidades políticas. Sin embargo, la Constitución ha ido evolucionando, y con ella los presupuestos del Derecho constitucional. La necesaria dialéctica entre auctoritas y potestas ha ido desarrollando una continua transformación conceptual, hasta el punto de que la Constitución se ha convertido en un proceso político.