El padre de Nathan buscaba la felicidad en las mujeres, la madre encontró la desdicha en los hombres. El padre, periodista, era un narciso que disfrutaba de codearse con los famosos y de los idilios con las famosas, mientras la madre dejaba volar su imaginación devorando novelas románticas. Nathan, hijo único de padres separados, se terminó marchando de casa a los dieciocho años para vivir la vida de forma distinta, pero ahora que atraviesa los cincuenta está en ese momento en que uno se replantea todo. Su psicóloga le anima a escribir sus dolencias vitales como terapia, lo que le lleva a ahondar en su pasado para esclarecer el estado emocional en el que se encuentra. Nathan también se hizo periodista, dirige una sección que se llama Vida; casado de segundas nupcias, mantiene una relación con una profesora de Filología. Tanto en su época estudiantil, en aquellos locos años setenta de la liberación sexual, como después, Nathan mantuvo una vida sentimental tan agitada como la de su padre, pero en ninguna encontró aquel amor ideal de las novelas que leía su madre. Se fueron reproduciendo los patrones de comportamiento convirtiendo su vida amorosa en rutina, monotonía y tedio. Hasta que conoció a Beate... Don Juan de la Mancha recoge las aventuras de un seductor en el espacio-tiempo de la Europa del último medio siglo. Es una novela de madurez, un bildungsroman inteligente y entretenido sobre la vida y las relaciones de pareja en nuestros días. Con un dominio perfecto de los saltos en el tiempo, Menasse trufa la trama central con excursos que, a modo de pequeños ensayos, ilustran la novela de forma irónica sobre temas tan variopintos como el amor, la publicidad, la moda o la infancia... Con fino humor, Menasse retrata en Don Juan de la Mancha a toda una generación: aquella, sesentaiochista, que quiso hacer las cosas de forma diferente a la de sus padres y que... ¿lo consiguió?