El siglo XV -escasamente atendido por los gramáticos hasta el momento- es considerado en esta obra como una etapa más del proceso histórico de la lengua castellana, siguiendo el viejo principio estructuralista de considerar las lenguas como sistemas organizados de tal manera que cada una de sus unidades -y también las funciones que se establecen entre ellas- se definen negativamente, es decir, por ser lo que otras no son. Sobre la base de un abundante número de textos representativos -catorce obras en total- se ofrece una descripción integrada y ordenada de los diversos fenómenos morfosintácticos (limitados en este volumen a la oración simple) como la mejor manera de reflejar el funcionamiento del sistema gramatical de la época.