En Sumeria, el antiguo escriba real relata cómo inventó la escritura y cómo su vida se ve amenazada por los intereses
encontrados entre el rey y la sacerdotisa del templo de la diosa principal.
Uruk, Sumeria, 3.000 a. C.
Dingir era sólo un niño cuando su padre ofendió sin querer a la despiadada diosa Inanna, llevando la desgracia a su familia. A partir de ese momento el muchacho creció apartado de los suyos, criado por unos extraños y sometido a crueles torturas en la escuela. Pero con los años, aquel joven tímido y asustadizo se convirtió en un concienzudo contable, encargado de custodiar las bullas , las vasijas de barro que simbolizan la deuda del rey con el templo, gobernado por la maligna sacerdotisa Sheleput. Ésta, que nunca ha perdonado a Dingir por la afrenta de su padre contra la diosa, finge estar enamorada de aquél mientras urde una compleja trama en su contra con la ayuda de Ninshubur, la esclava a quien cree tener dominada en cuerpo y alma.
Así, para salvar esas bullas que debe proteger, y también su propia vida, Dingir se ve en la necesidad de aguzar el ingenio sin saber que al hacerlo está dando los primeros pasos hacía un invento que revolucionará la historia y la cultura.
«Lorenzo Mediano sabe construir con ritmo y amenidad la recreación de una atmósfera, de un ambiente, de un mundo lejano.»
Heraldo de Aragón