Con el tercer volumen de los cinco que comprende ""La Crónica de Leodegundo"" la Universitat de les Illes Balears culmina el segundo de sus ""cantares"", el de Teudán. El camino iniciático emprendido por este errante caballero de la corte de Alfonso II de Galicia y Asturias le llevó en la anterior entrega a la convulsa y esplendente Bagdad de Harún al Rashid, pero siente con desasosiego que no puede dilatar más el perdón de su señor a sus picantes pecados de juventud y además su sangre de reyes le impele a arrebatarle Toledo al emir cordobés al-Hakam. Allí, en la arruinada urbe regia de los godos el que no podía morir decidirá hacerlo hastiado de la crueldad de este mundo aunque sin saber que su alto destino debía consumarse en realidad más allá de esta vida, más allá de su egoísmo. Inspirándose en la cosmopolita y anónima ""Crónica Mozárabe del 754"" y rindiéndoles sendos homenajes a sus admirados Mika Waltari y J. R. R. Tolkien, el autor nos ofrece en estas páginas miniadas una trama llena de magia, misterio y sobresaltos, un paseo insólito por las primeras décadas del oscuro siglo IX. El cómic, así, le pone rostro a personajes tan fascinantes como el visir barmécida Yafar o la princesa carolingia Berta; o tan controvertidos como el heresiarca Elipando, la descendiente de Witiza, Sara, o Irene de Bizancio; y las viñetas nos adentran en la destartalada Roma del año 800, en la Toledo de ""la jornada del Foro"" o en la Nueva Jersualén ovetense con la sensación de reencontrar un códice perdido. En fin, este fresco grandioso e irrepetible nos revela a la luz del Apocalipsis por qué la ""Ciudad de la paz"" terrena jamás conocerá la paz y por qué el mejor viático (provisión para el viaje) es el altruismo. El lector juzgará si merecía la pena que Gaspar Meana se encerrase durante 16 años para poder ofrecérnoslo sin escatimar esfuerzo, paciencia o carácter.