Contra la imagen urbana de un mundo rural marcado por el individualismo y el conformismo paralizador, este libro pone de relieve el dinamismo del societarismo campesino -cooperativas y sindicatos- en un amplio arco cronológico que va desde sus orígenes hasta la actualidad. El resquebrajamiento de la cultura tradicional, con las transformaciones sociales de les postrimerías del siglo XIX, no supuso una destrucción de la solidaridad de la comunidad rural. Todo lo contrario, la aparición de estas nuevas instituciones asociativas, de carácter democrático, constituiría la mayor aportación de la cultura popular al desarrollo de la sociedad política contemporánea. Un largo camino que se iniciaba en un contexto marcado por la reestructuración económica -impacto del mercado, presión de los terratenientes urbanos, plaga de la filoxera- y una fuerte conflictividad social que enfrentaba a los campesinos independientes y a los arrendatarios con unos propietarios que trataban de descargar sobre los trabajadores el coste de la crisis agraria. Bien pronto, las asociaciones autónomas del campesinado deberían competir con el sindicalismo paternalista y conservador promovido por los propietarios y la Iglesia, al mismo tiempo que recibían la influencia de los sindicatos revolucionarios. Desde entonces hasta la época de la integración europea, este estudio permite seguir la lucha secular de los campesinos catalanes por «vivir de la tierra» con dignidad.