Esta obra no es sólo un libro de historia sino una reflexión moral y política sobre la presencia de la barbarie humana en la construcción de la humanidad. El holocausto judío perpetrado por los nazis no fue la obra de un loco sino el final de un proceso que compromete a lo mejor de la civilización occidental, de ahí la pregunta que anima todo este libro: ¿podemos pensar ya de espaldas a Auschwitz como si nada hubiera ocurrido?, ¿acaso no murió allá el hombre que hemos conocido?, ¿no quedaron contaminados para siempre los valores que hemos defendido? El horror que causó el hombre al judío, al gitano o al homosexual en el campo de exterminio fue algo inimaginado. Para los nacidos después de Auschwitz, ilumina con luz propia nuestro presente y da que pensar; tarea de la memoria, la nueva categoría central de la reflexión filosófica. Recordar, pues, no es tanto conmemorar un hecho que tuvo lugar hace medio siglo sino reconocer que nuestro presente está construido sobre cadáveres y escombros, sobre los vencidos de la historia. La memoria es la abogada de esa dimensión oculta de la realidad, esa facultad humana que, como en el film Shoah, nos dice ante un bosque maravilloso: «Era aquí», aquí estuvo implantada la cámara de gas y aunque no quede hoy ni rastro de ella, forma parte de este paisaje.