Esta historia está dedicada al estudio de la profesionalización del escritor en España entre 1836 y 1936, y contempla las condiciones materiales, sociales, políticas y culturales a partir de las cuales los escritores fueron construyendo su autonomía y sus señas de identidad modernas. Vivir de la Pluma tiene dos dimensiones: una económica en la que se proyectan las variables crematísticas, los ingresos de los autores, la rentabilidad de las producciones, las relaciones con los editores, la adaptación a las condiciones económicas del mercado... y otra vital en la que se aprecia la construcción de la conciencia del escritor como tal en busca de su emancipación, considerando la autonomía del proceso de creación, la toma de conciencia de la importancia de sí mismo y de su trabajo, las relaciones con el público, el reconocimiento de la propiedad intelectual y la experiencia creativa y vital de los autores en su contexto histórico. El objetivo con el que se ha tratado al autor en las historias de la literatura se desplaza así desde el contenido de las creaciones y el estudio de los textos al estudio del autor y las condiciones en las que se desenvolvió vinculado al tejido económico, social, político y cultural de su tiempo histórico. El protagonista de esta historia es el autor, los autores en su sentido social y cultural.