Esta obra se sumerge en el mundo del siglo XVI -Renacimiento, Siglo de Oro, Nuevos descubrimientos-, para encontrarse con la figura señera, humilde y fascinante de Juan de Dios, el Loco de Amor que fructificó en Granada. Es una fuente llena de documentos históricos e inéditos. No hay que buscar su aportación en los círculos de la cultura convencional. Juan eligió la marginación y pobreza -inmensos en su época-, supo mirarlos con los ojos limpios de las Bienaventuranzas y quedarse con ellos. Revolucionó el viejo hospital de la Edad Media -pequeño e infecto-, con el nuevo carisma de la Fraternidad (Hospitalidad) para convertirlo en «hogar de acogida» al servicio de la persona enferma, olvidada y rechazada, afirmando su grandeza y dignidad irrepetibles. Para ello se hizo «Siervo de los Pobres de Jesucristo», los cargó sobre sus hombros, supo darles ternura a manos llenas y mucho amor, claves del humanismo evangélico. Al mismo tiempo, fue el laico consagrado que denunció proféticamente ante el príncipe Felipe II, que tanto le quiso, la situación de injusticia en que malvivían los pobres en su propia casa (Hospital Real): «que por no aver camas ni adonde acogerlos muchos de ellos ordinariamente mueren por los suelos y sin confessión, y ... las mulas y cavallos de qualquier súbdito de Vuestra Majestad en esta Corte tienen mejores caballerizas». Con la misma fuerza profética denunció la actitud de parte de la nobleza y la alta jerarquía eclesiástica.