Perseguido y atormentado por los horrores vividos en el pasado, un hombre se ve forzado a decidir entre continuar viviendo bajo el peso de la culpa y el remordimiento o abrazar el olvido, poniendo fin a su existencia. Este hombre es Paul Celan, poeta judío de origen rumano que, al término de la II Guerra Mundial, compuso su poema más célebre y conocido, "Fuga de la Muerte" (Todesfuge), testimonio que da cuenta de la crueldad del régimen nazi y de los horrores a los que sometieron a miles de judíos en campos de la muerte como Auschwitz, Treblinka o Sobibor. Este libro recrea, jugando con la realidad y la ficción, los hechos que motivaron su escritura y que decidieron a Celan a utilizar la poesía como instrumento de denuncia de un hecho histórico cuyas consecuencias perduran hasta nuestros días. Comenzando por su juventud más temprana, en la que aún conservaba su apellido original, Antschel, y residía en la ciudad de Czernowitz, antigua capital de la región de la Bucovina bajo gobierno del imperio de los Habsburgo, y lugar de gran efervescencia lingüística y cultural. Es ahí donde se origina su temprano interés por la poesía y la literatura en lengua alemana, fruto de la especial relación que mantiene con su madre y en contraste con el permanente conflicto que le enfrenta a su padre. Un interés inicial que más tarde se convertirá en vocación y que desarrollará junto a una inclinación activa hacia las políticas de izquierdas, en perjuicio de los postulados religiosos que su padre pretende heredarle. Es en esta etapa de su vida cuando el joven poeta en ciernes inicia un romance con una joven de origen alemán, Margarete, ficción literaria que hace alusión al famoso poema, y que encarna su particular relación con la lengua alemana, expresión de su condición artística e intelectual, y lengua compartida con los que más tarde se convertirán en los verdugos de su pueblo. Un compromiso amoroso que resulta fallido, coincidente con un auge nacionalista y un incremento de la tensión política y racial en el país, que lo fuerza a pasar una breve temporada en Tours, Francia, donde cursa una carrera de medicina que nunca terminará. Entre otros motivos porque entra en contacto con las nuevas vanguardias artísticas, que lo motivarán finalmente a dedicarse al ejercicio de la poesía y la traducción literaria. Este período supone un punto de inflexión en su vida. A su regreso sufrirá el desengaño, tras la ocupación soviética del país fruto del pacto de no agresión germano-soviético, de los ideales que una vez defendió. Y una vez roto éste, asistirá al sistemático aniquilamiento de los suyos a manos del gobierno dirigido por el dictador rumano Antonescu, que hará efectivas feroces medidas represivas en contra de la comunidad judía, y que están en consonancia con las que el régimen nazi ya está poniendo en práctica exitosamente en otros países de Europa. Un hecho decisivo que supone el inicio de un particular tormento para nuestro protagonista, que sufre primero el hacinamiento junto a muchos de los suyos en un gheto construido en la parte baja de la ciudad, y después el traslado y el internamiento en un campo de trabajo situado en la cercana región de Transnistria. Un tormento que sólo podrá soportar, sobre todo gracias al ejercicio de la escritura y la traducción poéticas. Sólo en ellas encuentra el consuelo y la fuerza que su fe en Dios y en la humanidad le han negado. Entre ambos, la muerte de sus padres en el campo de concentración de Michalovka, suceso que desconoce hasta poco antes de su liberación y que lo marca profundamente, contribuyendo a una culpa y un remordimiento que se prolongarán hasta el día de su muerte. Como resultado de esta terrible experiencia Celan adquirirá el compromiso de otorgar voz a las víctimas de esta barbarie, a las que sus opresores pretendieron silenciar para siempre, y de utilizar la poesía como herramienta de lucha y preservación de su memoria, una memoria que cada día se torna más ausente. En definitiva, una lucha contra la destrucción y el caos que decidirá su propia existencia. Celan, que en sus poemas siempre se había dirigido a un destinatario ausente, entabla en este relato un último diálogo consigo mismo, con el muchacho que fue y con las circunstancias que determinaron su definitiva condición de poeta, superviviente y judío.