Wittgenstein mantuvo a lo largo de su vida una relación estrecha y tensa con las artes. Crecido en el seno de una familia de la alta burguesía vienesa que ejercía el mecenazgo, él mismo estaba dotado de cierto talento artístico, aunque se consideraba carente de verdadero genio creador. Familiarizado por su formación científico-técnica con la moderna civilización del progreso, no obstante siempre sintió aversión hacia las vanguardias artísticas y una profunda reverencia hacia el gran arte de una cultura ya en trance de desaparecer. El contacto con las artes no sólo marcó la formación espiritual de Wittgenstein, sino que también influyó en su reflexión filosófica. El presente volumen reúne un conjunto de ensayos de varios autores (Luis Arenas, Carla Carmona, Antoni Defez, Jean-Pierre Cometti, Allan Janik, Julián Marrades, Isidoro Reguera, Salvador Rubio, Nicolás Sánchez, August Sarnitz e Ilse Somavilla) en que se abordan las conexiones entre arte y filosofía en el pensamiento de Wittgenstein desde tres perspectivas principales: la relevancia metodológica de las prácticas artísticas en el estilo de filosofar de Wittgenstein, la dimensión estética de su propia actividad filosófica y su contribución al análisis de las condiciones conceptuales de la comprensión del arte.