Somos herederos del Barroco que nos parió, un Barroco que convirtió la religión y la política en espectáculo y que ahora parece estar más vivo que nunca en nuestra cultura especializada en el simulacro. Las imágenes religiosas, con su materialidad y su simbolismo, son las protagonistas de este ensayo. A través de ellas, el autor analiza la función política de las formas religiosas de la cultura popular actual para determinar el sentido del vínculo cívico que enmascaran. Imágenes que se usan para domesticar, clasificar, subordinar... Abigarradas, rigurosas, caóticas o de apariencia serena y reglada, las formas de cultos y creencias que aquí se detallan llaman directamente a la sorpresa, a la piedad y a la indignación. Partiendo de las reliquias, primeros objetos de consumo desde la Edad Media, pasando por una sorpresa de las imágenes religiosas (los niños jesuses) y un icono con un poder desmesurado (la figura de Cristo Rey), llegaremos hasta el fetichismo popular de nuestros días, cuando estos aparentes restos antiguos se han convertido en el último grito de la oferta del consumo.