¿Puede, en el actual clima de predominio neoliberal y debilidad del pensamiento postmoderno, crecer algo más que nostalgias, escepticismos, resignaciones o desfallecimientos? En realidad, la planta utópica es resistente a las inhóspitas condiciones ambientales y sigue alentando con su perenne verdor al corazón humano. La utopía pertenece a las condiciones del ser humano, por lo que su presencia es inerradicable. Decir ""ser humano"" y advertir la apertura de horizontes y la dilatación de la mente y el corazón hacia lo abierto, es todo uno.Pero a estas alturas de la historia no es fácil creer en esencialismos ni en «dimensiones constitutivas del ser humano». Resulta más convincente la prueba de la presencia utópica por las calles de lo social y cultural. Éste es el camino que queremos transitar: salir a la realidad de nuestro tiempo y, a pesar de las apariencias, descubrir la presencia deambulante de la utopía en un momento de declarado predominio neoconservador o neoliberal, cuando parece que la entronización de lo que hay es clara y no se advierte contrincante en el horizonte.