Una mirada al siglo XX desde el punto de vista de la fe nos dice que este siglo tan terrible que termina está recorrido por un gran re-descubrimiento: el de una fe encarnada. Es decir, una fe que afirma que a Dios se le encuentra y se le vive por los caminos del mundo. El Dios de Jesucristo ha puesto su tienda entre los hombres, y es ahí donde hay que encontrarlo. La Encarnación señala con rotundidad un Evangelio en el tiempo y en la historia, en las coordenadas seculares, en la frontera de todo cuanto linda con lo humano.La teología y la práctica cristianas, tanto del lado del cristianismo pro-testante como del católico, confluyen, en este siglo XX que se despide, en devolver a Dios al mundo, en situar la fe en medio de las vicisitudes sociales, políticas, culturales, artísticas... El concilio Vaticano II hace de cristalizador y refrendo de este tipo de cristianismo. La fe, si es cristiana, conduce al tumulto de la calle y del mundo, allí donde se juega el destino del hombre. Ahí nos encontramos con Dios y con todas las búsquedas humanas. El presente cuaderno nació del XXIII Foro sobre el Hecho Religioso como ejercicio de frontera, de las raíces espirituales de las que surge el diálogo con el ""otro"".La fe encarnada tiene la fortaleza y la debilidad de todo lo fundamental y programático: por eso no parece fácil de realizar. Ha sido tergiversada con demasiada frecuencia, y para ser auténtica tiene que mantener una serie de polaridades en tensión. La misma religión posee algo en sí misma que la tienta hacia el desvío. De ahí que esta espiritualidad secualr, encarnada, siga siendo una tarea para el milenio que abrimos.JOSÉ MARÍA MARDONES, investigador en el Instituto de Filosofía del CSIC (Madrid), es conocido por sus trabajos sobre las relaciones entre fe y cultura y ha publicado en esta editorial: Postmodernidad y cristianismo (1995 2ª ed.), Capitalismo y religión (1991), Fe y política (1993), ¿Adónde va la religión? (1996) y Síntomas de un retorno. La religión en el pensamiento actual (1999).