Esta es la historia de dos integridades: las que conviven en el alma y en la carne de Carlos, párroco de Vallegrande. El descubrimiento de la vocación sacerdotal es para Carlos una muralla protectora que le amparará de la incomprensión del mundo. A pesar de su condición, Carlos decide ser un sacerdote como todos los demás, aunque... los impulsos naturales, lógicos, humanos, lo empujarán a transgredir lo que no es más que una invención del Papa Pelagio II en la Alta Edad Media y jamás un principio moral o una verdad teológica, lo que le acarreará la suspensión a divinis. «¿Cómo haría el Hijo del Hombre para sobrellevar la carga que le oprimía? Sabía que se iba a producir la traición de Judas, el prendimiento en Getsemaní, los azotes, todo. Al atarse a la cintura el cíngulo, símbolo de castidad, sintió un estremecimiento. (...) Besó la cruz que había en el centro de la estola e inició un Padre Nuestro, audible para sí mismo...» Manrique nació en Colombia en 1953, pero lleva más de la mitad de su vida en España. Es periodista, crítico literario, novelista, con estudios en Ciencias de la Información y en Derecho. Ha trabajado para medios como El País, El Mundo, Diario 16, Interviú, Cuadernos Hispanoamericanos o Reseña. Otras novelas suyas publicadas son: El área pequeña (Entrelíneas. Madrid, 2005) y La tinta y la espada (Trifaldi. Madrid, 2008). A la narrativa habría que añadir el ensayo político El falso progresismo (Vision Net. Madrid, 2007). Más inquietud histriónica, imposible.