El 28 de agosto de 1947, Manolete, el más grande de los toreros al decir de sus admiradores y, a la vez, el más criticado, debe lidiar en Linares, ciudad jienense de gran tradición taurina. Es un hombre al borde de su límite físico, agotado por el ritmo que se le ha impuesto, fustigado cotidianamente por la prensa, con la presión de un público más insatisfecho cada día, además, enfrentado a la rivalidad de un joven y gran matador que lo desafía descaradamente: el bello Luis Miguel Dominguín. Y para colmo de sus tribulaciones, está ante un dilema terrible entre la pasión que le inspira una agobiante atriz divorciada, Lupe Sino, y la veneración por su madre, la siempre severa doña Angustias. Acaba de cumplir treinta años. Nacido en Córdoba en 1917, Manuel Rodríguez Sánchez ha crecido bajo la tutela de su amantísima madre, viuda de dos toreros, y de sus cinco hermanas. Los recursos materiales de la familia son escasos. A sus once años, a pesar de las reticencias de doña Angustias, su niño, dulce y cariñoso, que gusta de la lectura y del dibujo, decide convertirse en matador de toros. De aspecto frágil y de una timidez enfermiza, el muchacho no tiene el físico requerido para la profesión. Nadie cree en él. Mientras la Guerra Civil causa estragos, Manolete impone su estilo inimitable, su austera personalidad. Rápidamente, la leyenda crece con él, sus actuaciones provocan grandes tumultos. En pocos años se produce el milagro: de Madrid a Lisboa, de México a Nueva York, el muchacho de Córdoba se convierte en un dios vivo. Entre tanto, su locura de amor por la controvertida Lupe Sino escandaliza a la España franquista. Manolete, apodado ¿el califa de la tauromaquia¿, provoca el odio de una parte de los aficionados. Las cantidades exorbitantes que gana por cada corrida, mientras sus paisanos pasan hambre, y su popularidad entre los exiliados republicanos de México atizan los rencores. El ídolo se resquebraja. El 28 de agosto de 1947 el destino sale a su encuentro. Una extraña combinación de sucesos se concita en la plaza. Manolete, el califa fulminado cuenta el itinerario trágico de un chaval que quería ser un héroe, de un hombre corriente devorado por su propio mito. Una España ensangrentada enmarca esta conmovedora biografía, sobria y elegante.