¿Es este libro una experiencia única o es más bien, más allá de la paradoja del viajero inmóvil, más allá del símil entre la naturaleza y el hombre, más allá de la metáfora que une a los opuestos sin confundirlos, una epifanía que comparte con algunos grandes escritores, Dante, Goethe y acaso Thomas Mann (no Cervantes, no Shakespeare, no los buscabullas, los mestizos de la cultura, los enérgicos devoradores del alba, sino los grandes, poderosos, irónicamente serenos guardianes del crepúsculo)? Esta epifanía compartida es la de la gran conclusión de la conciencia europea, tan brillante en su agonía, tan temerariamente demostrativa de que somos voz y palabra, nunca idénticas a las cosas que nombramos. Es la epifanía que nos dice: tu conciencia de la humanidad es tu más íntimo yo. Cuando Europa entiende esto, su agonía es su renacimiento, y este libro es el documento más emocionante del encuentro de Europa con su propia renovación mediante el encuentro con el resto del mundo. Carlos Fuentes