En la España del primer tercio del siglo XX la mujer estaba condenada a no subvertir la dogmática patriarcal. Sus libertades se reducían al marmóreo modelo de la ""feminidad exquisita"". Las mujeres modernas, con las necesarias transgresiones estéticas y conductuales, lograron abrir nuevas sendas para comprender desde una dimensión mucho más igualitaria fenómenos como el de la Bohemia, que ahora, entre densas bocanadas de humo de cigarrillo egipcio, mostraba un nuevo rostro limpio y subversivamente seductor.