El desarrollo de la formación profesional industrial en España no puede desligarse del proceso de construcción del Estado liberal a lo largo del siglo XIX, ni del cambio que supuso la transición de un sistema tradicional de aprendizaje a otro moderno, institucionalizado y reglado, que se fue configurando paralelamente al avance de as innovaciones tecnológicas, fundamentalmente de la segunda industrialización. En ese contexto, los gobiernos de la Restauración llevaron a cabo sus políticas educativas en medio de un intenso debate pedagógico protagonizado por la Institución Libre de Enseñanza, el catolicismo social y los movimientos socialista y anarquista. No obstante, con independencia del signo político del partido en el poder, el gobierno nunca se planteó realmente la creación de un sistema nacional oficial de formación profesional industrial, sino que dejó la mayor parte de la responsabilidad a las instituciones locales (públicas y privadas). Éstas trataron de complementar, y en ocasiones de suplir, la red escolar oficial, aunque su capacidad de respuesta dependió de las regiones y fue irregular en el tiempo. De hecho, sólo en aquellas zonas donde la debilidad político-económica del sector privado era menor, como por ejemplo Cataluña y el País Vasco, sus proyectos pudieron llavarse a cabo con mayor éxito.