PROFUNDAMENTE HUMANA, LA POESÍA MEDITATIVA DE JAVIER LOSTALÉ NUNCA OPERA DE MANERA ABSTRACTA, SINO YENDO A BEBER A LO REAL, HACIENDO DE LO REAL EL PUNTO DE PARTIDA Y DE LLEGADA DE CUALQUIER REFLEXIÓN. EN CIELO, EL POETA LLEVA A CABO UN PROCESO DE SUBLIMACIÓN, DE CONCENTRACIÓN EXPRESIVA, QUE SI YA ERA PERCEPTIBLE EN SUS LIBROS ANTERIORES, AQUÍ ADQUIERE TODA SU PLENITUD. EN ÉL LA DESNUDEZ, LA DEPURACIÓN SON PRIMORDIALES. YA NO ASISTIMOS DE FORMA EXPLÍCITA A LA CARGA AUTOBIOGRÁFICA, SINO QUE TODOS LOS ELEMENTOS ESTÁN SOMETIDOS AUNA PRUEBA DE DESPOJAMIENTO, DE ESENCIALIDAD, DE REDUCCIÓN DE LA ANÉCDOTA RESPECTO AL SIGNIFICADO SIMBÓLICO QUE ESA ANÉCDOTA CONCITA. EL AMOR, LA MUERTE, EL TIEMPO, LA SOLEDAD, LA VIDA QUE SE VIVIÓ Y LA QUE NO SE VIVIÓ, SE ESCRIBEN AQUÍ CON UN LENGUAJE TENSO Y BELLO, DE ENORME CARGA EMOCIONAL. A VECES LEEMOS ESTOS POEMAS COMO UN AJUSTE DE CUENTAS DEL POETA CONSIGO MISMO, OTRAS COMO LAS PALABRAS QUE FORMAN UN TESTAMENTO. LOSTALÉ SE MIRA EN EL ESPEJO DE LOS AÑOS Y VE QUE LAS HERIDAS Y LAS PÉRDIDAS SON LAS LÍNEAS QUE FORMAN SU ROSTRO, PEROSOBRE TODO AQUEL QUE YA NO ESTÁ, EL QUE MURIÓ, EL QUE SE SEPULTÓ EN LA SOMBRA.