En la historia de la emigración portuguesa, Andalucía aparece como un destino casi permanente desde la Baja Edad Media hasta la actualidad. Este flujo varió a lo largo del tiempo tanto en intensidad, por el origen de los emigrantes, como por su destino, pero nunca desapareció. Tuvo tres momentos de mayor intensidad: Durante la Unión Dinástica (1580-1640), se produjo una importante oleada migratoria entre Portugal y Andalucía, especialmente la parte occidental. Estuvo protagonizado, primero, por los portugueses procedentes del noroeste de Portugal que se dirigían a las ciudades y zonas rurales de la Baja Andalucía a desempeñar oficios de muy baja cualificación y, en segundo lugar, por los marineros algarveños que se enrolaban en los barcos que hacían la Carrera de Indias. El segundo momento se sitúa entre 1870 y 1930, cuando se produjo una importante corriente migratoria procedente, principalmente, del Algarve. Cuatro fueron los principales destinos de los trabajadores portugueses en Andalucía Occidental: el trabajo en las minas de la cuenca onubense; la siega en las campiñas andaluzas; la pesca y las conservas en el litoral onubense y el trabajo como estibadores en el puerto de Gibraltar, pero con residencia en La Línea de la Concepción. Por último, el tercer impacto migratorio de portugueses en Andalucía tuvo lugar entre 1996 y 2007 y estuvo relacionado con el boom de la construcción en España y la recogida de la fresa en la provincia de Huelva.