No puedo irme a vivir antes de la duración, Antes de los caprichos y los ruiditos. «Mi universo es demostrable, Lo que hay detrás de mí me pertenece», Cuenta el mandril filósofo A las gallinas del corral Lleno de chatarra. Lo pintoresco necesita testigos. He aquí por fin el paisaje despeinado, Idéntico frente a los fragmentos y la integridad. Amanece sobre el puente de Aberdeen Road, Sobre el brazo inabarcable del río Que desarraiga las palabras. Los algodoneros despiertan y se agitan, El olor del arroz se alza De los fuegos de turba, Las mujeres llevan cubos en la cabeza, La ciudad que contenía el aliento Se hace industria y tonos pastel, Los murciélagos del árbol Que ocupa el lugar del tótem En la plaza Parecen hojas. Y el horizonte está más cerca. Guillermo López Gallego (Madrid, 1978) es diplomático. Ha traducido entre otros a Charles Asselineau, Serge Gainsbourg, Joris-Karl Huysmans, Ovidio, Robert Lax y Sylvia Plath. Es autor de El faro (Pre-Textos, 2008).