Diseñado en la segunda mitad de los años noventa, el Jewish Museum de Berlín se inauguró en septiembre de 2011. Los modernos elementos arquitectónicos del edificio de Daniel Libeskind consisten sobre todo en su fachada de zinc (definida como una «matriz irracional e invisible»), el Jardín del Exilio (que pretende «desorientar completamente al visitante y representa un naufragio de la historia»), los tres Ejes de la experiencia judeoalemana y los Vacíos (una evocación de «lo que nunca puede mostrarse con respecto a la historia del Berlín judío: la humanidad reducida a cenizas»). Juntas, estas partes conforman un lenguaje visual y espacial impregnado de historia y simbolismo. Leamos las palabras del propio arquitecto: «El nombre oficial del proyectos es "Museo Judío", pero yo lo he llamado "Entre líneas" porque, para mí, gira en torno a dos líneas de pensamiento, de organización, de relaciones. Una es una línea recta, pero rota en muchos fragmentos; la otra es una línea tortuosa pero que se prolonga indefinidamente». En cierto sentido, Libeskind imagina la continuación de ambas líneas a través de la ciudad de Berlín e incluso más allá.